Dos partes más de su cuerpo

Ella le presumió descaradamente que él ya era dueño, en una muy buena parte, de sus pensamientos y su corazón. Él le pidió, como siempre, que no siguiera mintiendo, que mejor lo escribiera, "al fin y al cabo son unas cuántas palabras".

Luego le pidió algo más de su cuerpo. Ya tenía en su poder dos partes de esa esbelta figura y ahora deseaba dos más, esas que coronan sus dulces pechos. Ella no supo contestar si a su jugador titular, ese aventajado que recién se quitó esos mechones de emo del rostro, le encantaban, le gustaban o si le daban asco.

Ella dijo que se los daría en un momento especial, prácticamente envueltos en una cajita y un moño de encaje y sólo para él. Pero todos sabían que ese momento, ese día, nunca llegará.