Hace tiempo pensé que mi departamento no estaría tan solo si tuviera algún ser vivo que se emocione cuando abro la puerta a la hora de mi llegada. Una amiga quedó de regalarme hace un par de años una planta. Me dijo que no sería de mariguana porque me la fumaría, pero la compró y antes de regalármela su sobrina la vio, le encantó y no tuvo corazón para dársela a ella. Ni modo que me enojara por eso.
Hace unos días, muy pocos días, pensé en comprar una. Mi mente divagó por un pez, una salamandra o algún bicho que no salga de una pecera o un recipiente cuadrado/rectangular. Imposible pensar en un perro (aunque me encantan) y mucho menos en un felino: nunca han sido de mi agrado y en muchas ocasiones he dudado de su nobleza. Un gato se puede convertir en una fiera y más cuando ven y huelen la sangre. Lo sé por experiencia.
Una tarántula fue mi elección. No da lata, no hace ruido, no se escapa de su recipiente y sólo le tengo que dejar un pedazo de carne que le dura una semana. Y la puedo sacar a pasear sin mucho esfuerzo ni estar correteándola o cuidando que no la aplaste un carro. Acostado en mi cama, con el torso desnudo, mi tarántula podrá pasear. Y también se puede llamar Lolito, o Lolita. O zorra, o zorro.
1 comentario:
"Lolita" si tu nueva planta se llama asi, no olvides regarla, hablarle y decirle cosas bonitas tratala como a tu vieja hasle sentir que la amas y apapachala de vez en cuando.
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