Gracias a las personas que estuvieron a mi lado en los últimos días de mis 34 años. Gracias a todos los que están junto a mi en un nuevo año. No necesito decir nombres. Ustedes (si algún día saben que existe este blog y llegan a leer esto) me han demostrado lo que significo en sus vidas. Pero sobre todo agradezco a Jesucristo por permitirme estar aquí y disfrutar de cada amanecer, de cada rayo de sol, cada destello de la luna, de escuchar a una Campanita sonando, palabras de aliento. De no sentirme solo a pesar de vivir con Soledad.
No espero nada de nadie. Ni una rosada rosa a punto de congelarse, ni un correo electrónico ni mucho menos una felicitación. Los que me la dieron lo hicieron de corazón y con eso me quedo.
La vida es simple y así hay que vivirla, sin complicaciones.
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