junio 11, 2009

Erotismo dentro de Portugal

V: Esta noche quiero soñar contigo.
A: Bueno pues cuentame algo en lo que me relajo
V: Mejor vamos a hacer un cuento entre los dos. Yo escribo un párrafo y tu continúas y luego sigo yo y así...
A: Ok.
V: Comienzo...
A: Te leo
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V: Alrak comenzó, sin darse cuenta, a tocarse el cuello. Estaba cansada. El agobiante calor de todo el día le molestaba, le hartaba. Tenía todas las ventanas abiertas y ni así podía sentir un poco de frescura en sus hombros. Estaba frente a una pantalla y no se había dado cuenta de que los tirantes de su blusa se habían resbalado. Ante esa pequeña cámara se mostraba sutil, excitada, acalorada, un poco cansada pero con una cierta dosis de adrenalina recorriéndole su vientre, sus muslos, sus caderas.

A: Sabía que tras esa pantalla, V la estaba mirando, que esperaba atento cada movimiento, en falso o no, que le mostrara más que esa poca piel que se mostraba bajo su vestido. Ella sonreía coquetamente al principio hasta que él le recordó la última cita que tuvieron y en la que ella se había perdido al sentarse en aquel sillón cómodo, confortable y tramposo. El "sillón de la verdad",
el sillón en el que unos labios comenzaron a besarle el cuello, a deleitarlo con la lengua, a olerlo como aquél que se aferra a un sutil olor que no sabe de donde llega. Por eso, frente a la computadora, ella no podía hacer más que evocar esos momentos con los ojos cerrados.

V: A media luz, él seguía sin perder ningún detalle de lo que la cámara mostraba. En ciertos momentos el brillo en su rostro era más intenso y una sonrisa se asomaba recurrentemente en Alrak, que yacía en su cama, soportando el calor de la portátil en su vientre. Aunque ella no sabía si era la computadora o los recuerdos de aquella noche lo que provocaban cierto calor en su cuerpo. Acostada, cerraba los ojos y revivía cuando esa lengua recorría su cuello, sus hombros, cuando la mano de V comenzó a resbalarse en su pecho hasta encontrar el pezón de su seno derecho. Sentía la humedad de su lengua en los labios, en su boca, en su lengua. Y entonces comenzó la lucha dentro de esa cavidad. Las dos serpientes rojas querían aprisionarse una a otra, mientras el calor de ambos cuerpos seguía provocándolos, excitándoos.

A: Y mientras lo recordaba, sus manos recorrían su cuerpo. Empezaron por su cuello, el punto débil de entrada, pero sus manos detuvieron y siguieron por sus hombros, sus pechos, sus piernas, su abdomen, su sexo, recordaba las manos de V acariciando toda su piel, leyendo sus puntos débiles y también los de insensibilidad, arañando y acariciando, humedeciendo con la lengua y chupando con la boca, así, tal y como había ocurrido un año atrás, así como la había imaginado meses atrás, así como la había pensado de toda la vida.

V: Si, había pasado un año y ambos querían verse nuevamente. La charla que mantenían era un pretexto para recordarse lo maravilloso de aquella noche. El destino impidió que ella (que precisamente hoy estaba cerca de ese sillón de la verdad) se atreviera a marcale a su celular y trabajar desde ahi, acomodada en el sillón y una Indio a su lado. Pero no era eso, ella deseaba que él estuviera dentro de ella, quería aprisionarlo con sus piernas, con su sexo húmedo, quería morderlo, y cada momento se sentía más excitada.

A: Y él... él no podia contenerse las ganas locas que tenia de quitarle aquel ligero vestido que le servía de pijama, de ver de nuevo su cuerpo desnudo por la madugada y quedarse dentro de ella para siempre, si eso fuera posible.

V: Quizá era imaginación o probablemente era cierto, pero él comenzó a notar en la cámara movimientos extraños. Parecía que ella manipulaba sus pezones erectos. Su rostro, a pesar de la oscuridad, reflejaba placer, deseo, lujuria. Sí, los tocaba, ahora estaba seguro de ello y él también comenzó a tocar su cuerpo, la plática le había provocado excitación y ahora podía presumir una erección bastante considerable. Por algunos momentos quiso viajar entre cables para poder estar cerca de ella, frente a ella y poder besarla, acariciarla, chuparla, morder sus deliciosos pezones,
subir poco a poco ese vestidito que se movía constantemente y deseó ella se desprendiera él. Quería verla desnuda y recordar el sabor de sus pechos.

A: Se le hacia agua la boca sólo de pensarlos, de recordarlos, de imaginarlos de nuevo entre sus manos.

V: Mientras él se excitaba más en cada momento, veía cómo las manos de ella le sugerían que en cualquier momento lo haría. Inevitablemente comenzó a masturbarse mientras la observaba. No importaba la música, era un deleite verla, imaginarla, saborearla a lo lejos...

A: Y recordó aquella noche en la que la cargó hasta su cama y la desnudó y la besó de cuerpo entero, de los pies a la cabeza, sin que quedara un solo centímetro sin conocer. Aquella noche en la que entró suavemente en su vagina y ella se aferraba a sostener la pared como si se fuera a caer, como si hubiera un terremoto, como si quisiera ver qué había más allá y con eso evocara lo que él quería encontrar al fondo, muy al fondo de su vagina, y ella no gritaba pero gemía; sus gestos hablaban más de lo que ella podía expresar con palabras o gritos. Y fue entonces cuando le ganó su agilidad de pantera. De un solo golpe lo dejó debajo de ella y se adueñó de él, ahora era ella la que no paraba, ahora era ella la que quería que él conociera lo que había al fondo, ahora era ella la que controlaba la entrada y salida de él en su vientre, con esa humedad calurosa que se desprende de los cuerpos cuando tienen sexo, con ese calor que ahora ella sentía por el clima de junio, con el agua hablando por su sexo porque las palabras no podían salir de su boca y él apretaba con sus manos sus caderas y ella apretaba con sus manos sus hombros.

V: Él seguía viéndola mientras se masturbaba y en un momento no pudo soportar más y le pidió que le mostrara sus pezones, que se despojara de ese vestido, estaba completamente descontrolado, sabía que ella también frotaba su clitoris mientras lo leía, podía reconocer perfectamente que su sexo se encontraba húmedo, observaba cómo se movía en su cama y
cómo deseaba que en este preciso momento la penetrara, que saboreara su sudor, sabía que en cualquier momento jalaría los tirantes de su vestido. Ella sentía su mirada y comenzó a resbalar sus tirantes de forma inmisericorde. Sabía que eso lo excitaba, sabía que no podía escribir, ver y masturbarse al mismo tiempo pero disfrutaba cada momento porque quería sentir sus manos en sus senos, quería sentir su lengua en el clitoris, quería sentir sus manos en sus nalgas, quería aprisionarlo. Se despojó completamente de ese vestido y comenzó a tocarse frente a él. El momento era delicioso: sus pezones aparecían en la pantalla...

A: Y se tocó con él en las manos, y en los labios y en el cuerpo. Se recostó y él pudo mirarla como si ella estuviera acostada tan cerca de él que hasta intento probar sus pezones, pero se dio cuenta de que era una simple pantalla que reproducía una imagen no nítida de ella.

V: Él continuó masturbándose mientras la veía tocarse, mientras veía sus pezones y los saboreaba como si los tuviera en la punta de su lengua; el calor de junio y la excitación hizo que ella comenzara a sudar más. La imagen en la pantalla no era tan clara pero en muchos momentos la claridad de sus pezones, de sus senos, de su vientre era exquisita.

A: El calor de la excitación hizo que él dejara de escribir por unos minutos para mirarla y para recrearla sentada sobre él, ahí en su cama, subiendo y bajando y gimiendo y con una gran sonrisa en la cara.



V: De golpe se le vinieron sabores a la lengua: el de su sudor, el de su piel, el de sus pezones, el de su sexo mientras ella seguía con ese delicioso movimiento encima de él. Era maravilloso observarla así; deseaba morder sus senos, aprisionarlos, chuparlos, comerlos...

V: -Estoy temblando... qué rico...

V: El maldito calor era isnorportable, él terminó en un largo gemido, mientras observaba el rostro de ella, con gotas de sudor resbalando sobre su frente...

A: Luego de hacer el amor dos, tres, cuatro veces, mientras ella paraba y despues todo volvía a iniciar con ese calor que hace que suba la bilirrubina, la líbido, la calentura y el deseo, ella se quedó dormida en su pecho, él la abrazaba y ella lo tenia aprisionado con su pierna derecha, él no podría salir, por lo menos en las siguientes tres horas que ella seguiría dormida...

V: Y justo en ese momento, la conexión de la webcam se caía, con el rostro de ella plácido, los ojos cerrados y sus bragas rojas en la mano...

1 comentario:

Marcell dijo...

MUY HEROTICO Y CACHONDO ME PRENDIO SIGAN PARA QUE LOS CONTRATEN EN XXX