"La encontré sin rumbo en la autopista de la vida,
haciendo de noche autostop, ligera de equipaje,
con los ojos inundados por un profundo coraje
y con la sonrisa de sus pálidos labios desprendida.
Detuve mis alas para rescatarla de su huida
y con su voz de niña me habló del ultraje,
con que el amor le exigía un duro peaje,
que la tenía muy triste, sola y abatida.
La escuché con dulzura y le regalé mi mirada,
mientras juntos viajábamos por un mundo pequeño,
rumbo a una cada vez más incierta madrugada.
Quise que su amor fuera para mí, que no tuviera dueño,
pero a pesar de mi devoción su alma ya estaba ocupada,
por el recuerdo de alguien que me privaba otra vez de mi sueño.
Y es que parece que la vida no deja de burlarse
de este pobre Capitán y le acerca repetidamente a una costa ya conquistada,
a una tierra sembrada por otras manos,
a ese cielo que ya cuenta con su propio y particular viento."
Ramón Martínez
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