noviembre 24, 2008

La Luna y La (rosada) Rosa

En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosada rosa
y el aroma de la noche
le henchía —sedienta boca—
el paladar del espíritu,
que durmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...

Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...

Sobre una azulada y fría cubierta,
era otra luna la rosada rosa,
toda cabellos cuajados,
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola...

En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosada rosa
mientras la rosada rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.

Miguel de Unamuno

1 comentario:

Anónimo dijo...

como todos los sabados, me levante muy temprano, la vi casi congelada en la azulada y frìa cubierta, tu fuiste lo primero que se vino a mi mente...

muchas gracias por la rosa, su color es bellìsimo, toda ella hermosa...

quizà tu no la dejaste ahi, quizà solo es una casualidad mas...