enero 18, 2009

300 menos 200

Este es un momento crítico. Aventuradamente sabía que pasaría. Desde el primer momento asumí el reto y sabía que sería un camino tortuoso. Muchas palabras, muchos besos, muchas caricias y prácticamente cada poro de su piel me mantuvieron animado, me hacían saber que iba por un buen camino, que mi paupérrima tropa estaba consiguiendo triunfos importantes en un corto periodo de tiempo.

Quisiera ganar esta guerra lo más pronto posible. Es muy desgastante mentalmente, sentimentalmente. Cada día, cada momento quisiera saber cuánto he avanzado o retrocedido. Las palabras son mi alimento y esta semana que concluyó fueron escasas, de hecho hubo dos conflictos que me restaron mucho la capacidad de responder como debería. Creo que perdí a un importante número de guerreros, la cifra podría alcanzar un 60 por ciento de la ya escasa y menguada tropa. Pero nada impide ilusionarme con el triunfo, aunque a veces (como el día de hoy) sienta que estoy a punto de ser vencido. Y así como las palabras son el alimento de este ínfimo batallón y que restaura sus heridas, las palabras pueden ser su destrucción total. Hoy esperaba tener un fuerte intercambio verbal para sanar a mi tropa y hacerla sentir que se acerca a la victoria o para ver cómo de entre mis manos fallecen cada día más soldados.

Como en el filme "300", este fin de semana perdimos al hijo del capitán. Su cabeza fue cercenada. Fue un golpe brutal a nuestra fortaleza. Pero también un aliciente para enfrentar de forma más cruenta lo que se viene. Cada día veo más cerca el fin de esta historia. No sé dónde me encuentro pero no voy a rendirme. Apelo a mi valor, a mi osadía, a mi fortaleza interna para saber que voy a triunfar. Es un sentimiento de fe. Aunque me puedan tachar de loco, de incoherente. De estúpido. Todavía sueño, añoro, "vivir allí con vos, crecer juntos los dos, olvidarnos todo, morir de amor. Saber que no hay vida normal afuera de mi soledad".

Mis guerreros que van falleciendo me dicen que fue un honor morir a mi lado, yo les digo que es un honor haber vivido a su lado. Y saben que, al final, estaremos juntos, después de nuestro sacrificio, en un "lugar lejos de todo. Lejos. Nunca nadie estuvo ahí". Ese lugar donde "no hay tiempo ni prisa ni fin". Porque ellos no le tuvieron miedo al abismo, saben que es el vacío después de reir. Y saben que en ese lugar podrán "besar tus ojos, comerse todas tus pestañas y que se queden en la lengua, tatuadas todas las miradas". Y sabrán que no están soñando, aunque sus ojos sangren.